29 Mar Las actuales tendencias en el blanqueo de capitales
Al igual que ocurre con cualquier otra actividad en la que influye el entorno socioeconómico cambiante, el blanqueo de capitales no es ajeno a esta necesidad de adaptación. La transformación digital es un ejemplo claro de cómo los delincuentes se han visto obligados a innovar en sus métodos para el lavado de activos procedentes de actividades delictivas.
Tradicionalmente, y así lo han reflejado numerosas películas y series televisivas, el blanqueo se ha basado en el uso de negocios con gran utilización de efectivo como puede ser un restaurante o cualquier otro comercio.
Y aunque esta sigue siendo una esfera importante junto a los inmuebles y los préstamos, las tendencias para explotar las debilidades de los sistemas financieros e intentar ir por delante de los investigadores, pasan por el uso de las denominadas cuentas «embudo», las criptomonedas o los sofisticados métodos de los intermediarios profesionales.
Las cuentas “embudo” se refieren a una o varias cuentas bancarias empleadas para los fondos ilegales depositados en una ubicación geográfica que proporciona a los delincuentes acceso inmediato al dinero mediante retiradas en una ubicación diferente.
Y teniendo en cuenta que las criptomonedas han pasado a ser en poco tiempo, un nuevo método de pago y un medio de depositar valor basado en la tecnología blockchain con operaciones más rápidas, más económicas y anónimas, los delincuentes han puesto el foco en este nuevo mercado con oportunidades para el blanqueo.
El atractivo de estos activos virtuales, como advierte la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se basa en su velocidad, en que estén disponibles a nivel mundial, la escasa regulación sobre la materia, la disgregación de los intermediarios financieros sólidamente establecidos y las posibilidades para ocultar la verdadera identidad de los titulares.
De forma paralela, y con el objetivo de ocultar el origen de los fondos y sus beneficiarios finales, se siguen empleando cuentas bancarias extraterritoriales de entidades jurídicas extranjeras para dificultar el rastreo de los flujos de dinero. Sigue habiendo operaciones excesivamente complejas o estructuras de propiedad opacas, como, por ejemplo, entidades jurídicas o fideicomisos secuenciales o de varios niveles en múltiples países, que también abarcan centros financieros.
De ahí que los «facilitadores» e intermediarios profesionales ya no se limiten a establecer medios para el lavado de activos o el fraude fiscal, sino que gestionen de forma activa los fondos ilícitos de sus clientes y lleguen a ofrecer entre sus servicios la posibilidad de blanqueo, como señala la OCDE.
Hasta ahora, este colectivo planificaba y creaba estructuras, en función de las necesidades de sus clientes y su participación terminaba cuando quedaban formadas las entidades y las cuentas abiertas.
Y también son tendencia los grupos de lavado de activos a través de terceros. Forman parte de un mecanismo por el que la organización delictiva usa a un tercero para blanquear el producto de sus delitos al que pagan una tasa o una comisión. Puede establecer medios complejos o sostenibles para “procesar” los fondos ilícitos de sus clientes, sin exponerse a los delitos determinantes que estos cometen ni estar al tanto de tales delitos.